- Estuve hablando con Fernando, un portugués, y su novia (que en cualquier otra situación hubiera cuando menos pensado regular de su situación de yonki y probablemente de mal vivir a costa de ella), pero que no podía por menos que sentir lo que estaba viendo y de cómo apuraban esa sopa calentita que como me decían: “llevaban 4 días esperando para tomar algo calentito”. ¡qué jodido!.
El, como un perfecto caballero, se hacía el machote y le cedía a su chica, el segundo tazón de sopa, ya que el con uno solo tenía bastante y prefería que fuera ella la que sintiera como el cuerpo iba templándose mientras bebía.
- Pedro, otro chico sudamericano, joven, con buena pinta, pero supongo que con muy mala suerte, que me preguntaba descorazonado, por unos zapatos nuevos, ya que los suyos estaban en las últimas.
Sentir la importancia que unos zapatos en buen estado pueden tener para una persona que vive en la calle y que no tiene más que lo puesto, la fragilidad que le supone no tener un calzado apropiado que le proteja mínimamente del frío, del agua, simplemente de tener un aspecto “aceptable”, de como puede ser probablemente la última frontera entre mantenerse con la cabeza alta y con el ánimo fuerte por salir de esta situación o la desesperanza de convertirse en un mendigo, un marginado, ¡duele!.
- Una señora, para mi anónima, pero que disfrutaba enormemente de la charla que mantenía con Peregrino sobre Roma, y como le hacía, por un momento, sentirse “persona”, y no una marginada de la sociedad. Como en un instante en que Peregrino se apartó a no se que, preguntaba con ansiedad si ese chico rubio, alto, se había ido ya y como al indicarle donde estaba y ver de nuevo a quien le estaba hacíendo sentirse persona, le calmaba y volvía a sonreír.
Con que poco, menos que un bocadillo, simplemente una charla de 5 minutos, le bastó a esta buena señora para sentirse bien, y supongo, como sueña ya con que llegué el próximo miércoles, para volver a charlar con su amigo sobre esos viajes que en otro tiempo hacía y que ahora por circunstancias del destino, solo le quedaba recordar.
- David, habla perfecto inglés, me comentaba con dolor, lo duro que es emigrar de tu país. Vivió no se cuantos años en Salk lake city, y como durante un tiempo fue mormón, como casi todos allí, pero ya no le convencía creer en Joseph Smith (supongo fundador de esta “religión”), prefería a Jesucristo.Me comentaba con resignación como la suerte te bandea de un lado a otro en la vida y como fácilmente, sin darte cuenta, si la suerte te es adversa, puedes acabar mal…, muy mal. Me recordaba palabras de mi padre que decía que la frontera entre una vida cómoda y otra de necesidades, es apenas imperceptible.
2009/02/27
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