2008/06/23

Tierra Santa. Las Cruzadas. y cap VII

Foto: Inma Blanquer


Hoy, también, como hace casi mil años siguen existiendo las cruzadas, unas cruzadas sin soldados pero con frailes; sin armas pero con oración; sin desfiles pero con procesiones.


Una cruzada que semana tras semana impone su silencio y oración sobre los gritos irredentos del muecín, de la mirada despectiva y el ánimo hiriente de la población musulmana de Tierra Santa.


Una cruzada perfectamente organizada, en la que viernes tras viernes, cada vez que nuestros frailes se disponen a rememorar el Via Crucis, el muecín ataca desde el minarete y acosa duramente con sus gritos desde lo alto, ahogando nuestras oraciones durante la primera parte de la procesión.

Después, nuestros frailes, por las estrechas calles de Jerusalem ascienden camino del Golgota; así recorremos el pasillo que las callejuelas y la población forman y donde se siente un ambiente indiferente en el mejor de los casos y hostíl en el peor, cuando intentan acallar nuestras oraciones, con su mirada displicente y altanera.


Solo una pequeña tregua en el camino, donde en una de las últimas estaciones encontramos refugio en una pequeña y destartalada iglesia que por lo desvencijada de la misma entiendo debe de pertenecer a Sirianos o Armenios.


En definitva unas cruzadas en las que aunque nuestra primera reación es de odio y de violencia, estas se van apagando y camuflando en el padecimiento que primero, antes que nosotros, sufrió Jesús y donde finalmente alcanzas a comprender que frente a los resultados de las verdaderas cruzadas, esta, pacífica y de oración sobrevive y se mantiene.


¿Hasta cuando?